lunes, 22 de mayo de 2017

FRAY BARTOLOMÉ Y LOS DERECHOS HUMANOS


La persona y obra de Fray Bartolomé de las Casas (1484-1566) se nos presenta en nuestro tiempo estrechamente ligada a la teoría y práctica de los derechos humanos. Bartolomé de las Casas fue el defensor de los indios y, por ende, defensor de los hombres, de todos los hombres, de todos los oprimidos en todos los tiempos y en todos los lugares. Defenderá sus derechos como seres humanos, personas racionales y libres, y luchará por conseguir para ellos la dignidad, la libertad, la justicia, preservar su cultura, su tierra y sus bienes.

Durante cinco siglos su figura ha estado rodeada de polémica: para unos, es el gran promotor de los derechos humanos, como defensor de los indios y de todos los hombres, particularmente los oprimidos; Sólo hay un camino establecido por Dios para que los hombres reciban la religión verdadera: “la persuasión del entendimiento por medio de razones y la invitación de la voluntad”. “Única, sola e idéntica para todo el mundo y para todos los tiempos fue a la norma establecida por la divina providencia para enseñar a los hombres la verdadera religión, a saber: persuasiva del entendimiento con razones y suavemente atractiva y exhortativa de la voluntad. Y debe ser común a todos los hombres del mundo sin discriminación alguna de sectas, errores o costumbres depravadas”.

Redactó los doce puntos de su Confesionario, y dispuso que nadie pudiera absolver de los pecados a quienes tuvieran indios esclavos. Excomulgó a los encomenderos. Se enfrentó con la feligresía y los mismos clérigos, Conviene hacer notar que, por primera vez, y quizá por última, un imperio  organizó oficialmente una encuesta sobre la justicia de los métodos empleados para extender su dominio. Es muy famoso el debate entre Fray Bartolomé de las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda.

Conviene notar que ni el Demócratas alter del doctor, ni la Apología del obispo se publicaron entonces. La cuestión central era “si es lícito a Su Majestad hacer guerra a aquellos indios antes que se les predique la Fe para sujetarlos a su Imperio, y que después de sujetados puedan más fácil y cómodamente ser enseñados y alumbrados por la doctrina evangélica del conocimiento de sus errores y de la verdad cristiana”. Fray Bartolomé de Las Casas defendía la racionalidad, libertad y dignidad del indio, así como el carácter radicalmente injusto, inicuo y tirano de la guerra y la conquista. Para Las Casas el único título para la intervención en el Nuevo Mundo es la donación pontificia y el mandamiento de Cristo de “id y predicar el Evangelio a todas las gentes” y la predicación “no in armis”, sino en paz y mediante la persuasión.

En el plano filosófico, el hombre, por su naturaleza racional y volitiva, tiene una dignidad que le hace acreedor de determinados derechos de forma connatural e inalienable. En el plano teológico, la dignidad le viene dada por ser criatura de Dios, a su imagen y semejanza. Ambos planos, el natural y el revelado, lo comparten todos los hombres que, en su dignidad, son todos absolutamente iguales, como miembros todos de la especie humana. Para la escolástica, el hombre es por naturaleza animal racional. Esta es su definición. La animalidad y racionalidad son sus notas esenciales, y tanto de una como la otra se derivan ciertas necesidades o inclinaciones naturales que el hombre tiene derecho a satisfacer, que generan derechos. De la animalidad surgen las necesidades propias de la vida, corpórea, vegetativa y sensitiva, que engendran derechos, como el derecho a la vida misma que conlleva las condiciones materiales para una vida digna y de calidad humana: vivienda, alimento, agua, vestido, trabajo, salud. De la racionalidad surgen los derechos al conocimiento y a la libertad.

Todos son racionales y libres. Todos pertenecen al mismo linaje. “Porque todas las naciones del mundo son hombres, y de todos los hombres y de cada uno de ellos es una, no más, la definición, y esta es que son racionales; todos tienen su entendimiento y su voluntad, y su libre albedrío, como sean formados a la imagen y semejanza de Dios. Todos los hombres tienen sus cinco sentidos exteriores y sus cuatro interiores, y se mueven por los mismos objetos de los; todos tienen los principios naturales o simientes para entender y aprender y saber las ciencias y cosas que no saben, y esto no sólo en los bienes inclinados, pero también se hallan en los que por depravadas costumbres son malos.


Todas las naciones del mundo tienen entendimiento y voluntad, y lo que de ambas a dos éstas potencian en el hombre, resulta que es el libre albedrío, y por consiguiente todos tienen virtud y habilidad o capacidad a esta buena inclinación natural para ser doctrinados persuadidos y atraídos a orden y razón, y a leyes, y a la virtud y a toda bondad“ La filosofía escolástica de Las Casas es más humanista que la filosofía renacentista de Sepúlveda, que podría aparecer como más representativa de la modernidad de la época, y que veía a los indios como intrínsecamente perversos y dignos de castigo, por sus crímenes de lesa humanidad (sacrificios humanos y antropofagía). Es que para unos la humanista era la que se mostraba en la civilización europea de la época, mientras que, para Las Casas, la humanista era consustancial al indio, por ser hombre.